Con una dramaturgia contemporánea, combinando la música, la danza, la literatura y lo visual ponemos el foco en la infantilización del mundo adulto. Esa forma que conlleva vivir en una ilusión, en un Mundo Disney, donde el arte debe ser correcto, fácil y que no haga daño. Arte vaselina. Sobre la idea de que el arte debe ser ajeno a la moral construimos un espectáculo donde los Aristófanes, los Chaplins o los Molières encarnan la risa del disidente ante una sociedad basada en la religión de los sentimientos.
Desde el humor y la sátira mostramos la perversidad buenista que señala, delata y lincha a los discrepantes en las nuevas hogueras de Twitter, Facebook y demás redes. No estamos en un juego de buenos y malos, ni en determinar la moral a seguir, tratamos de iluminar la falsedad de manera tan evidente que el propio espectador descubra otra realidad insospechada. Un catedrático de clásicas destituido de la universidad es internado en un Centro de Reeducación Psicocultural debido a las secuelas mentales producidas por el cese.