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Pensamientos de una bailarina que entendió el ritmo al mirar un cadáver

En el año 2016 hice una obra íntima que partía de la observación del cadáver, una pieza con la que me acerqué al proceso de descomposición del cuerpo. Esta obra se llamó Son una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera y fue fruto de dos años en los que estudié, escribí y comparé mi cuerpo vivo a un cuerpo (su cuerpo) sin vida. Fernando Gandasegui me propuso revisitarla para el Festival Domingo.
Siempre me asustó no poder identificarme con el que hice, por eso no suelo mirar atrás. Revisar o revisitar me parece intentar a la melancolía, una amiga a la que suelo esquivar todo lo que puedo.
Pero Son una obstinada célula del corazón y no dejaré de contraerme hasta que me muera partía de un texto escrito que no había cambiado en estos años, que me estaba esperando. Quise prestarle el cuerpo la esas palabras para que volvieran a sonar. Igual ahora, en los tiempos que vivimos, estas palabras vuelven a ser pertinentes.
Nunca retomaría estas reflexiones sola, mi amiga Luz Prado y mi compañero Carlos Marquerie me acompañaron en este viaje.

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  • 20/11/2022 – 20:00
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    Fuente de los datos: Xunta de Galicia

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