Entre pasillos delimitados con muros falsos y archiveros, entre computadoras y máquinas de escribir, existe un pequeño pero muy repetido ecosistema de seres con circunstancias y problemáticas muy particulares que se mimetizan durante ocho horas, cinco días a la semana, a fin de hacer funcionar una gran máquina, una institución que los absorbe y deshumaniza a cambio de la seguridad simulada que ofrece todo aquello que la sociedad demanda.
El presente es un ensayo sobre el “YO” detrás de una credencial y un número de nómina, de los sueños pendientes antes de los pendientes en el cajón, de la insatisfacción de los que aún no han perdido la sensibilidad para reconocerla.