La exposición plantea una visión novedosa, una propuesta de debate: se trata de mostrar una excelente selección de obras suyas y ponerlas en el contexto del arte de su época, junto a las de otros artistas que Laxeiro miraba con atención, o que plantean referencias de diálogo. Como ejemplos de lo primero, las pinturas de Ignacio Zuloaga o Jesús Corredoyra, que Laxeiro vio en La Habana; las de los años treinta de Arturo Souto, Manuel Colmeiro o Carlos Maside. Obras de diferentes épocas de Castelao, Asorey, Maruja Mallo, Luis Seoane o Torres García. Entre las “devociones”, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz, Benjamín Palencia, Miró o los más tardíos Antonio Saura, Rafael Canogar o Washington Barcala. Como notas atemporales, Rembrandt y Goya, homenajeados muchas veces por Laxeiro, y presentes con obra gráfica.
No se trata de una propuesta de cierre, de conclusión, sino de inicio, de debate, con la que se incide en la necesidad de estudiar a Laxeiro en el contexto del arte de su época, junto a otros artistas. En esta exposición apenas hay datos biográficos pero sí pintura; el recorrido está pensado para pasear y facilitar los diálogos entre las obras.